miércoles, agosto 31, 2005

Estudiantes que trabajan por amor *

Son unos 15 estudiantes lasherinos de distintas carreras de la Universidad Nacional de Cuyo. Hace tres años se juntaron con la idea de brindar asesoramiento sobre microemprendimientos a quien lo solicitara. Sin embargo, su tarea dio un giro netamente solidario. Hoy, junto a unas 25 mujeres de Las Heras, y a través del plan Familia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se juntan semanalmente para fabricar juegos y donarlos a diferentes instituciones o barrios del departamento que lo necesitan. En el Día del Padre serán unos 80 internos del hospital Gailhac los que recibirán la visita de este grupo que llegará con juegos de mesa, como damas, ajedrez y dominó, todos fabricados por ellos. “Comenzamos con la idea de devolverle a la sociedad algo de lo que le debemos por estar pagándonos nuestros estudios en una universidad estatal”, comenta Carlos Pedrosa, coordinador de la iniciativa y estudiante de Comunicación Social. “En principio –continuó– asesorábamos a microemprendedores con proyectos como por ejemplo hacer pan casero o de apicultura. Cada uno aportaba desde su área de estudio como Ciencias Económicas, Derecho o Ingeniería y así elaborábamos una estrategia interdisciplinaria”. Con ese mismo espíritu es que hoy trabajan con las beneficiarias del plan Familia, pero con un fin mucho más solidario todavía. María de los Angeles Gallardo, quien está al frente de las mujeres que fabrican los juegos, aclara que no sólo es un beneficio económico el que reciben las trabajadoras que tienen el plan. “Muchas personas se sienten conformes con recibir un beneficio social –que no superan los $150– y nada más. Pero la gente que trabaja con nosotros no se conforma con eso. Al capacitarse, aprender y ver que pueden hacer cosas, experimentan una sensación de satisfacción y eliminan la frustración que muchas veces genera cobrar una ayuda sin contraprestación”, subraya Gallardo. Por último, los chicos apuntan que las campañas solidarias que realizan les dan un momento de alegría a otros que se disfruta de manera muy edificante, “una sensación que no te da el dinero”, apunta Pedrosa. Mientras, ya están pensando en la próxima campaña. “Seguramente será para el Día del Niño, tenemos el objetivo de fabricar unos 1.000 juguetes”, dice Gallardo entusiasmada. “Pero la idea es continuar trabajando para poder organizar una campaña por mes, no solamente para fechas especiales. Mientras sigamos contando con el apoyo de los que integran el grupo y de las distintas instituciones que siempre nos dan una mano, donando la materia prima o colaborando en lo que sea, creo que lo podemos conseguir”, remarca el estudiante de Comunicación Social.

(*) Nota escrita por Gonzalo Ponce para Diario UNO de Mendoza.

sábado, agosto 27, 2005

El trovador de Orión


Después de célebres artistas como Joan Manuel Serrat, Aute o Joaquín Sabina, España ha parido otro cantautor, que con modos de juglar regala poemas cantados. Ismael Serrano es el nombre de este músico, el mismo que cantará el 3 de setiembre, en el teatro Gran Rex de esta ciudad.
Comprometido con la vida, el cantautor español considera que el planeta vive dominado por el miedo. “El miedo a la fragilidad es tal que se genera un clima de miedo que es irreal. Es una estrategia del sistema, es una manipulación y, como tenemos miedo, tratamos de buscar un culpable a todo”, asegura Serrano a Escenario, en comunicación telefónica desde Madrid.
Sin embargo y a pesar de sus comentarios, el cantautor no tiene una visión pesimista de la sociedad en la que vive, más bien al contrario: “Las manifestaciones en contra de la guerra, la solidaridad tras el 11-M y el resultado de las elecciones españolas demuestran que la sociedad, en especial los jóvenes, no se conforman”.
Además, en esta entrevista el cantautor español habla de su nuevo disco, Naves ardiendo más allá de Orión, y del tema que grabó junto a Coti.
–¡Qué nombre largo le pusiste al disco! ¿Qué querés representar con este título?
–Y quería ponerlo más largo. Está basado en un monólogo que vi en una película. Cuando terminé el disco, hice un repaso de él para buscarle un nombre, entonces me di cuenta de que varias de las canciones hablaban de la fugacidad del tiempo y lo frágiles que son nuestras vidas y me acordé de que este lamento aparecía en una película que siempre me ha gustado y es un clásico de ciencia ficción: Blade Runner, de Ridley Scott. En uno de los monólogos que marca el villano de la cinta, al final, dice: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto atacar naves ardiendo más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. En un momento pensé en titularlo no con todo eso pero sí con una parte más importante, pero me pareció excesivo y por eso me quedé con Naves ardiendo... Cuenta cosas tan cercanas que uno quiere rescatar del olvido para que no se pierdan como lágrimas en la lluvia, que finalmente es para lo que uno compone, para que las cosas no se pierdan en el olvido.
–Contáme de las canciones de este disco.
–Tiene 14 temas y la mayor parte está compuesta en el último año, un año muy convulso en muchos aspectos, en especial para los madrileños a los que nos tocó vivir el 11 de marzo. Año convulso en el que vivimos la guerra, la violencia que te hace cuestionarte muchas cosas. Es un disco muy personal también porque hace referencia a la infancia, a los amores que fueron y ya no serán. De las 14 canciones 12 fueron compuestas mientras estuvimos de gira con Principio de incertidumbre. También, hay dos canciones que he rescatado de las que cantaba hace 10 años por los cafecitos de Madrid.
–Recién hacías referencia a los atentados de Atocha y en tu sitio web hay un documento muy emotivo, de tu autoría, sobre estos hechos. ¿Cómo recibiste la noticia de los atentados de Londres?

–Lo terrible del asunto es que nos tenemos que acostumbrar a que esto sea así. Parece que hay como un punto de resignación. El problemas es que cada vez surgen nuevas “zonas cero” que son cada vez más cotidianas, como Madrid, Londres e Irak. Creo que lo que deberíamos replantearnos es hacia adónde dirigimos el modelo planetario que estamos construyendo, en el que se impone el unilateralismo, en el que se hablan de cosas tan perversas como “guerra preventiva”. El mundo es cada vez más inseguro. En fin, creo que tenemos que replantearnos incluso las relaciones personales, porque nos estamos impermeabilizando de estas cosas.
–En tu texto “11M”, decís que con nuestro quehacer cotidiano podemos demostrar que otro mundo es posible, ¿te parece que es tan simple?
–El 11 de marzo fue terrible pero también dejó en evidencia que la gente es capaz de movilizarse en momentos de crisis. Las reacciones de los ciudadanos españoles fue ejemplar en los días posteriores. La gente salió a las calles a solidarizarse con las víctimas y luego para condenar la violencia en general y para pedir algo tan elemental como paz. Incluso se movilizó para depositar su rabia en las urnas y para demostrar que no van a permitir que le mientan, que le engañen, como trató de hacer el gobierno español.

Valdo Delgado, el cultor de la música étnica


Valdo Delgado es un músico admirado por sus pares por los exquisitos sonidos que le saca a dos instrumentos pocos comunes en estas tierras: el charango y el ronroco. Es integrante de Miles de Años, director musical de la banda que acompaña a Sandra Amaya y fundador de Cóndor Dorado y del trío étnico Delgado-Alcaraz-Videla que hoy debuta (ver recuadro). Nació en Santiago de Chile se crió en Buenos Aires y asegura que está muy feliz viviendo en Mendoza. El charanguista en un diálogo íntimo con Escenario contó su historia de vida.
–¿Cuándo descubrís el amor por la música?
–A los 10 años empecé a tocar la guitarra y a los 15 el charango. Mis viejos nos regalaban instrumentos como sikus, flautas, esas cosas y lo colgábamos en la pieza y cuando llegó el charango no lo colgué, y lo empecé a usar. Hace más de 13 años que me dedico exclusivamente al charango.
–¿Tus papás son músicos?
–Mi mamá Ethel es pianista y organista de iglesia y mi papá David hizo muchas cosas, entre ellas fue pastor metodista, que son más tranquilo que los evangelistas.
–También tocás el ronroco…
–El ronroco es una especie de charango, pero es más grande y más grave. Lo uso para tocar solo o para acompañar canciones.

Mendocino por adopción
–¿Por qué decís instalarte en Mendoza?
–Yo nací en Santiago de Chile por casualidad. Toda mi familia es de Buenos Aires y la primera vez que vine a Mendoza fue con Facundo Guevara, en 1998. Teníamos una banda que se llamaba La Minga y presentamos el disco Totem Ka’ta, que tenía todos temas de mi autoría. Después durante dos veranos seguí viniendo y al tercero me instalé. Pero me decidí más que nada por cuestiones de pareja. Estaba saliendo con una chica y tuvimos que decidir dónde vivir y optamos por Mendoza. Realmente estoy muy contento acá.
–¿Y cómo te empezás a insertar en el medio artístico?
–La primera vez que vine Facundo me presenta a un par de músico. Facundo para mí fue una gran carta de presentación. Viste cómo lo respetan todos acá. Me presentó a (Rodolfo) Castagnolo y a Quique (Öesch). Cuando La Minga se vuelve a Buenos Aires, yo me quedo y lo llamo a Quique para empezar a tocar. ¡Estuvo buenísimo porque era sólo batería y charango! ¡Reloco!
–Digamos que ese es el inicio de Miles…
–Un poco. En realidad en 2000 cuando yo me instalé definitivamente Quique me propone armar algo seriamente y ahí surge Miles de Años.

Un charango solicitado
–Cualquiera pensaría que la participación de un charango se limita a una agrupación de música popular o folclore. Pero vos has tocado en grupos de rock y hasta has sido invitado por tangueros.
–Sí. Yo creo que a veces es porque les atrae el charango y a veces por mi musicalidad. Me han visto tocar en Miles de Años y ven que no soy un charanguista tradicional, entonces me invitan. He tocado con La Jarillera, Parió La Choka, Hormigas Negras. Altertango también se copa en invitarme mucho y lo que termino haciendo es un delirio.
–¿Siempre hiciste música étnica o has incursionado en otros género?
–Yo en Buenos Aires siempre escuchaba rock, no escuché música andina. Lo primero que empecé a curtir de folclore fueron dos brasileños Egberto Gismonti y Hermeto Pascoal, que son dos maestros para mí porque acá, en Argentina, hasta ahora, no existe ninguno con la solidez compositiva y de fusión que ellos poseen. Han sido una escuela importante para mí y desde ellos empecé a escuchar música del mundo. Así descubrí la música india, africana… y comencé a valorar mucho más la música de acá, la americana.