sábado, septiembre 03, 2005

El batero de los sueños


Oscar Giunta (29) es un joven baterista mendocino que triunfa en Buenos Aires. Integra la banda del conocido bajista Javier Malosetti con la que participa en el programa televisivo Música para soñar (el exitoso envío nocturno de Telefé).
En comunicación telefónica desde su departamento ubicado en Capital Federal, Giunta cuenta que desde muy chico supo que la batería iba a ser su profesión. “Cuando era muy chiquito me pasó una cosa mágica que me dijo que esto es lo que iba a hacer para toda la vida. Tengo recuerdos de niño de estar armando y desarmando batería o dibujando en un cartón los tambores”, rememora el baterista, mientras que casi como cortina musical se escuchan dos niños que hablan y una batería que suena despacito. “Perdoname –dice Giunta– estoy con toda la prole (en alusión a sus dos hijos), los puse a ver Scooby Doo, pero uno se me rebeló. Esa bata que escuchás es de Franco (3), que quiere ser baterista. Tengo dos inminentes músico en casa, un batero y Lautaro (7), un saxofonista”, cuenta orgulloso.
Giunta nació en Guaymallén y a los cinco años partió a Buenos Aires, ya que su papá era contrabajista y en 1980 pasó a integrar la Orquesta Sinfónica Nacional. “De Mendoza tengo los mejores recuerdos. Voy siempre porque toda mi familia vive allá. En 2004 estuve un mes de vacaciones en la casa en que nací”, recuerda el baterista.
–¿Es cierto que de niño, mientras tus papás dormían, te levantabas a admirar la batería y no podías contener las ganas de tocar?
–Mis dos viejos son músicos, y cuando yo nací, ellos ensayaban en el living de casa con un trompetista mendocino que se llamaba Horacio Rosas. Recuerdo haber estado de muy chico presenciando los ensayos, y también recuerdo esa sensación de fascinación que tenía por lo que tocaba el batero, y por la batería en sí. Me acuerdo que a la noche, cuando ya el ensayo había terminado, todos se habían ido, y mis viejos dormían, yo me metía en el living y miraba esa especie de nave espacial que era la batería.
–¿De chico, en Buenos Aires, te consideraban un niño prodigio?
–Sí, fue una cosa graciosa. Mi mamá vio un aviso de Canal 11 que necesitaban chicos para una orquesta infantil y agarró la batería, la desarmó y me llevó al canal. Me acuerdo que en el viaje me iba diciendo: “Mirá que te van a tomar una prueba y por ahí te dicen que volvás otro día”. Yo iba tranquilo y con curiosidad. Cuando llegamos al canal armamos la batería en un estudio y el director musical me pidió que lo acompañe, cuando terminamos me dijo: “Armá la batería en el otro estudio que en 15 minutos salimos al aire”. Ahí entré en pánico, pero mi vieja me apoyaba en todo y yo con 7 años me tranquilizaba.
–¿El fin de semana estuviste de gira con Malosetti?
–Sí estuvimos por toda la costa atlántica y ahora estamos preparando el segundo ciclo de Música para soñar, que empieza en marzo.
–De las canciones de Música para soñar, ¿cuál fue la que más te gustó?
–Hubo varias cosas lindas que hicimos. Un par de temas con Rubén Rada, Sandra Mihanovich y una versión de un tema de Fito Páez que hicimos con Abel Pintos. El flaco canta bárbaro y el arreglo era bonito.
–¿Van a venir a la provincia con el trío de Malosetti?
–A mediados de años vamos a estar por allá. Es un sueño que tengo, porque nunca he tocado allá con algo que me represente artísticamente. En el producto de Javier tengo un espacio bastante importante y el tipo me da espacio.
–¿El jazz es tu género predilecto?
–Lo que me gusta del jazz particularmente es el modo y el concepto de hacer música. No me atrapa tanto por una cuestión de recrearlo. Hay tipos que son más fundamentalistas y deciden recrear la música de tal etapa a tal etapa. Yo no.
–¿Qué tipo de música te gusta escuchar?
–Escucho de todo, porque estoy acostumbrado a que en mi casa se escuchaba de todo. Lo que me atrapa es esa cuestión de tomar la música y llevarla a otro plano.
–Volviendo a la batería, en Mendoza pasa algo particular, que no sé si pasa en otras provincias, y es que hay muchos chicos que estudian batería. ¿Crees que se está popularizando más este instrumento?
–Sin duda esto tiene un único gran gestor y un promotor importante que es la labor incansable y constante de Gustavo Meli. El con su escuela, con su alumnado y su carrera, es un estímulo fuerte. Aparte que el tipo haya elegido volver a Mendoza, pudiendo estar en otro lado, y generar un espacio y una escuela me parece terriblemente valioso. Estoy al tanto de que en Mendoza están pasando cosas superimportantes con la batería y su estudio.
–Durante mucho tiempo hubo un preconcepto de que la batería era un instrumento para acompañar. En este sentido, ¿cuál es la labor del baterista?
–Es muy importante que la batería se estudie como cualquier otro instrumento porque hay un preconcepto bastante arraigado de que todo el mundo entendía a la bata como instrumento de acompañamiento. Además, con ese rol que se asignaba se justificaba el hecho de que no se estudiaba. Un guitarrista o un contrabajista tiene que estudiar música y aprender a hilar música, pero un baterista tenía que escuchar música y seguir el ritmo. Me parece que la bata es un instrumento como cualquier otro y que se debe estudiar como cualquier otro. En la medida en que los músicos entienda que la batería se tiene que estudiar, va a tener un espacio dentro de la música como cualquier otro. Lo que pasa es que los músicos adolecemos de esto, esperamos que haya un espacio y es verdad que las cosas son duras, pero son duras para un montón de gente. A veces es uno el que tiene que generar las cosas y no esperar que pase algo para hacerlas.

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