viernes, septiembre 23, 2005

Un guitarrista cuyano que triunfa con el tango


Pablo Budini es un guitarrista mendocino que se fue hace unos años a probar suerte a Buenos Aires, sin imaginarse que el éxito golpearía su puerta antes de lo esperado.Hoy, Budini es uno de los guitarrista más solicitados en la Capital Federal, y hasta de Francia ha sido convocado para grabar un disco de tango. Actualmente integra la agrupación de tango Bardos Cadeneros, con la cual el mendocino ha cobrado fama a nivel nacional y con la que realizará una gira por Estados Unidos.
Un tanguero cuyano
“En el 2001 me fui a la gran ciudad con Freddy Vidal, un músico increíble que me metió en el tango. Es el referente más grande que tengo, es mi maestro. El loco me puso a su altura, cuando yo no lo estaba y me llevó a que compartiéramos escenario juntos. Pero como lo hizo conmigo, lo hizo con Miguel López y Gonzalo Thomé porque es un tipo muy amable”, asegura el ex Markama.
Por estos días el mendocino se encuentra presentando el disco Suerte loca, junto a su agrupación de tango. Disco del cual la prensa especializada ha destacado el aporte artístico de la guitarra cuyana de Budini. “Yo toco como toqué siempre. Lo que pasa que los porteños notan la diferencia en la guitarra”, dice con total modestia.“A Bardos Cadeneros entré hace un año y mis compañeros de banda son Hernán Lucero (voz), Carlos Viyer (guitarra) y Sergio Barberis (guitarrón). Con este segundo disco nos está yendo muy bien, en él están como invitados la pianista Hilda Herrera y Colacho Brizuela. Y estaremos presentándolo en Estados Unidos, a fines de setiembre y esperamos ir a Mendoza, para fin de año, para el Festival de Tango Joven”, dice Budini.
El tango, un estilo de vida
Para Budini, hacerse de un nombre en Buenos Aires no fue fácil. “En Mendoza, empecé a tocar a los 16 años en Las Voces del Plumerillo, después fui músico de Pocho Sosa e integré Markama. Cuando llegué acá no era nadie y tuve que empezar a trabajar de otras cosas, como hacer sonido u operar en un estudio de grabación”, cuenta el mendocino desde su casa en Avellaneda y agrega que tuvo que aprender a convivir con tangueros que se toman “a pecho” la vida del arrabalero. “El ambiente del tango no es un ámbito fácil. Si naciste en Buenos Aires sos tanguero, sino no”, explica Budini, aunque asegura que para los mendocinos la vida en la gran ciudad es más fácil que para otros argentinos. “Los porteños tienen un buen concepto de nosotros. Les fascina Mendoza porque dicen que es una ciudad muy linda y muy rica culturalmente”, remata el guitarrista.

miércoles, septiembre 14, 2005

El tango en los genes


Hijo de Susana Rinaldi y Osvaldo Piro, Alfredo Aníbal Piro se llama así por Alfredo Gobbi y Aníbal Troilo. Con genes tangueros asegura que sus padres no influenciaron para que él se convirtiera en un cantor de tango. “En realidad se sorprendieron”, dice el joven artistas, quien está presentando por distintos países su segundo disco, "Segundas intenciones", acompañado del guitarrista Hernán Reinaudo, integrante de la agrupación tanguera 34 Puñaladas.
"Segundas intenciones" es una placa con varios títulos muy conocidos, pero que no suena a compilado de clásicos. En él participaron varios artistas invitados, como Horacio Fontova, Esteban Morgado, Ligia Piro, Ariel Ardit (orquesta El Arranque), Walter Chino Laborde (Orquesta Fernández Fierro), Cristóbal Repetto (Bajo Fondo), Federico Ghazarosian (Los Visitantes, Don Cornelio), Cacho Tejera y Quique Condomí (violín de la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires).
–¿Cómo es la nueva placa?
– En "Segundas intenciones" predominan las cuerdas, pero la guitarra es el instrumento más importante. Este disco tiene tangos clásicos pero no bordea el repertorio trillado del tango. Los temas más tradicionales como El choclo son las versiones más jugadas porque no están hechos con una estructura convencionalista. También hay un tema de Charly (García), Llorando en el espejo.
–En una oportunidad que Altertango te invitó a compartir escenario, hiciste alusión a los jóvenes que crecieron viendo Grandes valores del tango, ¿te hacían ver este programa de chico?, ¿lo padeciste mucho?
–(Risas). Me acabo de despertar porque tuve una pesadilla con (Silvio) Soldán (risas). No sé si “padecer”, porque uno desde temprana edad puede mantener la indiferencia y punto. Pero sí, no hubo un hilo conductor como para decir ése fue un vehículo para llegar al tango. Todo lo contrario, fue un accidente en la ruta. Soldán no era el hombre de la bolsa de nuestra infancia (risas), pero sí pensamos con mis actuales colegas que esa época fue algo bastante patético.De genes tangueros
–¿Tus papás influenciaron para que vos decidás ser un cantante de tango?
–No, no, para nada. Creo que se llevaron una gran sorpresa. Fue una elección propia. Creo que el tango te agarra como te tiene que agarrar: por convicción absolutamente personal. La casa materna influye algo, pero no fui acunado en tangos.
–¿Cuáles son tus referentes?
–Creo que tengo más referentes fuera del tango que dentro. Pero en tango te puedo nombrar a Astor Piazzolla, Roberto Goyeneche, Julio Sosa. De los letristas te puedo nombrar a Homero Expósito, Cátulo Castillo. Y fuera del tango, me gustan mucho David Bowie y Peter Murphy.Un estilo de vida
–Hace un tiempo entrevistaba a un guitarrista mendocino que toca en el grupo de tango Bardos Cadeneros y me decía que desde su óptica, “para los porteños si no naciste en Buenos Aires no podés hacer tango”. ¿Qué pensás?
–Para mí no es así. De hecho, el referente mayor sobre la faz de la tierra es francés (por el origen de Gardel). Horacio Ferrer es uruguayo y mi director musical, cordobés. Creo que ése es un pretexto bastante estúpido. Tiene que ver mucho la forma de cómo te llega el tango y por qué te llega.
–¿Y el tango es un estilo de vida?
–Absolutamente. Está un poco caricaturizado. El folclore del tango se sigue viendo en la calle. La otra vez hablando con un guitarrista decíamos que hay ciertos personajes que se ven únicamente de noche. Vos a esa gente de día no la ves. Esos tipos son los que tienen el tango en la sangre. El tango se vive más de noche que de día y tal vez eso le da su cuota de romanticismo por un lado y de marginalidad por otro.
–¿Cómo ves a las nuevas generaciones de la música ciudadana?
–No sé. No sé si soy quién para decir algo. Nos verán y escribirán en un futuro otros sobre nosotros.
–¿Y el tango electrónico qué te parece?
–Está mal rotulado de entrada. Me parece que la electrónica es lo que se pone al servicio del tango como para brindarle nuevos elementos para que sigan floreciendo diferentes ramificaciones. Hay una gran confusión, porque creen que el tango se puso al servicio de la electrónica y se utiliza como pretexto porque lo vemos como un severo muerto o algo que no avanza y es un concepto equivocado. Me parece que el tango tiene una riqueza armónica y letrística que muy pocos otros géneros lo tienen. No podemos hacer una vertiente, como el tango electrónico que mantiene sólo una pulsación rítmica.

lunes, septiembre 05, 2005

Gustavo Meli y su batería llegaron al Lejano Oriente


“En Taiwan no conocen nada de Argentina. Ni a Maradona”, dice sorprendido el afamado baterista mendocino Gustavo Meli, quien estuvo en ese país, durante julio, ofreciendo una importante clínica de batería. El músico, además, está trabajando en su disco solista y aprontándose para regresar a los escenarios locales con la banda La Cofradía de la Flor Solar.
Meli habla con tanto asombro de Taiwan que cuando uno lo escuha parece estar oyendo a Alicia salida del País de las Maravillas. Con total humildad dice: “No sé por qué me llamaron a mí y no a un baterista de Estados Unidos. El pasaje a Taiwan es carísmo. Hice 60 horas de vuelo para llegar y hasta me agarró un tifón que no me dejó salir del hotel durante un día y medio”.
Lo cierto es que el batero mendocino fue convocado por el conocido grupo de percusión asiático Ju Percussion Group para participar del encuentro 2005 Taipei International Percussion Summer Camp.“Es una especie de escuela de verano donde se enseña marimba, percusión afrocubana, marchin’ band, vibrafón y batería a jóvenes de Corea, China y Taiwan”, explica Meli. El músico local fue elegido para este evento por sus virtudes con el instrumento. “Según me dijeron, me convocaron por mi técnica americana y el aire latino que tengo para tocar”, comenta.
El mendocino tuvo 300 alumnos y dio clase nueve horas por día. “Daba la clínica en inglés pero tenía una intérprete en chino que me acompañaba todo el tiempo”, dice mientras cuenta que Taipei es una ciudad muy moderna, donde hace mucho calor y la humedad es terrible. “La gente es muy cálida y lo más difícil fue comer con palitos”, agrega el batero, aunque parezca una paradoja.
Ya en Mendoza, Meli se está preparando para tocar en octubre con La Cofradía de la Flor Solar (Morci Requena y Sebastián Rivas) y produciendo su disco solista, que será editado por el sello La Cofra Records. Además, aprovecha la ocasión para agradecerle al público mendocino por el apoyo brindado durante el Mendoza International Drum Fest, que él organiza.

Exilio y realismo pop



Tal vez a los mendocinos el apellido García Lao les resulte familiar. Pero quizás sean muy pocos los que conozcan a la pintora Verónica García Lao, hija del recordado periodista de Canal 7 Mendoza, Ambrosio García Lao.
Verónica nació en Mendoza y al comienzo del Proceso Militar debió exiliarse junto a su padre y familia en España. Allí estudió pintura con otro mendocino, Enrique Sobisch, para convertirse hoy en una artista de renombre, cuyas obras se venden tanto en Estados Unidos como en Europa.Hace pocos días, García Lao expuso en la galería Praxis de Buenos Aires, lugar desde donde parten sus pinturas realistas a diferentes lugares del mundo.
"Si hay que ponerle una definición a lo que hago, digo que es realista, pero no hiper porque no me gusta trabajar algunos detalles como lo hacen los hiperrealistas, porque faltan detalles y reflejos que a ellos le gusta resaltar", explica la pintora. Párrafo seguido agrega: "Mis obras parecen fotografías cuando se fotografían, pero cuando se miran directamente no. Yo trabajo la materia muy diluida, no me gusta que se note la pincelada del óleo. Hago capa sobre capa, pero siempre la materia muy diluida para que distraiga lo menos posible".
-¿Hay una escuela de realismo en España?
-No. No la hubo cuando viví allá y tampoco la hay ahora. En el 76 me fui a vivir a España y dos años más tarde llegó exiliado también Enrique Sobich, que es un pintor mendocino que vivió en México y Buenos Aires. A la primera persona que contactó allá fue a mi viejo porque eran los dos mendocinos y se conocían. Entonces empecé a estudiar pintura con él, pero como entretenimiento de una chica de 14 años que no tiene nada que hacer y me entusiasmé. Hasta que me volví a Argentina en el 86 seguí estudiando con él y después lo seguí haciendo en forma esporádica.
-¿Por qué decidiste volver al país?
-Yo en España aprendí un montón de cosas , maduré muchísimo pero no lo sentía mi país, me sentía una extraña. Tenía una red de amigos minúscula, no me entendían para nada... a pesar de que tenía la nacionalidad, era la nacida en Mendoza, Argentina. Era ser una ciudadana que no tenía derecho a opinar, a pesar de que lo que más aprendí allí fue de derecho y política porque justo agarré una etapa espectacular que fue el rearmado de toda la democracia. Así que desde el punto de vista de ciudadana me vino muy bien, pero me vine a Argentina porque no me sentía muy cómoda.
-¿En tu obra reflejás esos años de exilio?
-Creo que sí. Uno pinta y no se pone a pensar lo qué está diciendo. Yo pinto lo que me sale y después me pongo a pensar qué pasó, cuando veo todo el conjunto de la obra. Lo que la gente me señala mucho en mis obras es el tema de la soledad. En mis pinturas hay personajes que dan la espalda a otros, que están en ciudades rodeados de gente, pero están solos. A mí el exilio me supuso eso, mucha soledad y creo que eso aparece en la obra. El concepto de mi existencia nació allá. Viví toda mi adolescencia en España, me fui de Mendoza a los 11 y volví a los 21. Todo mi proceso como persona lo hice allá y puede que se trasmita en la obra a través de la soledad en la ciudad. Eso fue lo que caracterizó mi vida allá.
-¿Y por qué no te quedaste a vivir en Mendoza?
-En el año 86 estuve en Mendoza y me quedé hasta el 89. En mi época española estudiaba Ciencias Políticas en Madrid y cuando volví y retomé mis estudios en la UNCuyo, me di cuenta de que no tenía nada que ver. Entonces no me sentí bien en ese rubro y retomé la pintura. Luego ingresé a la agencia Publicidad Sarmiento y descubrí ahí un mundo que me encantó porque yo quería dibujar y la única manera era trabajando ahí. Además, me pagaban por hacerlo. Y en el 90 decidí venir a estudiar publicidad a Buenos Aires porque me había gustado mucho.
-¿Las posibilidades de vender, ingresar a un mercado o hacerse conocido para un artista plástico son más difíciles desde una provincia del interior del país?
-Desgraciadamente el poco mercado que existe para la pintura en Argentina existe acá, en Buenos Aires. De hecho, muchas galerías aprovechan para venderle a los turistas o gente interesada en el arte que viene del extranjero exclusivamente porque los artistas argentinos estamos en liquidación, comparando con los precios en dólares. Desgraciadamente es así. No hay una política cultural que promueva a los artistas de las provincias acá y mucha gente se sorprende de toda la movida que hay en Mendoza o en Córdoba, por ejemplo. No entiende cómo pueden sobrevivir esos artistas tan aislados y sin darse a conocer pero con tanta actividad.
-De los plásticos mendocinos, ¿cuáles son tus favoritos?
-Carlos Alonso a mí me encanta. ¡Es impresionante¡ Hace poco conocí la obra de una escultora que se murió (Eliana Molinelli) que me alucinó. Y la verdad que muchos más artista no conozco porque hace mucho que no voy a Mendoza.
-¿Podés decir que se puede vivir de la pintura?
-Hasta el 97 trabajé en diferentes agencias de publicidad y eso me sirvió para sobrevivir y ahora estoy trabajando con la galería Praxis, que tiene una cartera importante de clientes y consigue vender un volumen importante de obras. Pero siempre intentando pelear por los precios y de hacerte un lugar en el mercado porque si no te vende una galería es como que no existís. ¿Vivir? (risas). ¿Qué se puede decir por vivir? creo que muchos artistas apenas ganan para los materiales.

Nota: La pintura que aparece en esta nota se titula "Autorretrato" y es una obra de Verónica García Lao.

sábado, septiembre 03, 2005

En vivo, Astor era mágico


"Cantar canciones de cancha los dos solos en un bar es el mejor recuerdo que tengo de mi abuelo Astor". Es inevitable que en una charla con el reconocido baterista Daniel Pipi Piazzolla se cuele el recuerdo del genial compositor. Y eso sucedió en cada momento en el diálogo con el baterista
Muchos críticos de música nacionales e internacionales aseguran sobre Daniel que hoy la historia del talento y el éxito de Astor parecen repetirse bajo la sombra del mismo apellido, aunque ahora con otro instrumento.
Pipi es conocido internacionalmente por sus agrupaciones de jazz y funk como Escalandrum o la Giusti Funk Band, las que lidera desde la percusión. Que este joven baterista toque jazz no es para nada extraño, porque expresó que ama tanto al trompetista Miles Davis como a su abuelo.
-¿Cómo recordás a tu abuelo?
-Lo recuerdo como un tipo con carácter fuerte, que sabía lo que quería y un ejemplo como músico.
-¿Qué anécdotas vivieron juntos?
-Acompañarlo al teatro Colón cuando dio ese gran concierto en el 83 fue impresionante. Cantar canciones de cancha en un bar los dos solos es otro de los mejores recuerdos con él. También recuerdo con cariño nuestras reuniones escuchando jazz en el living de su casa y cuando me regaló mi primera batería. ¡Eso me tomó totalmente por sorpresa!
-¿Qué decía acerca de que tocaras este instrumento?
-Estaba muy contento de que no hiciera lo mismo que él porque decía que iba a ser muy duro para mí. Seguramente todos nos iban a comparar. Siempre me aconsejó que estudiara en los mejores colegios de música porque era lo que me iba a permitir crecer artísticamente.
-¿Alguna vez tocaste con él?
-Lamentablemente no. Lo disfruté como lo que era: mi abuelo, y además de admirarlo por eso, lo admiro como músico.
-¿Qué opinás de todos los que se dan chapa diciendo que tocaron con tu abuelo?
-Si tocaron con mi abuelo es más que meritorio, pero si es con una segunda intención es porque lo que hacen no está tan bueno.
-¿Qué es lo que más te gustaba de él?
-Cómo tocaba en vivo, era mágico.
-¿Te gusta el tango?
-Sí, me gusta. A pesar de que lo escucho poco.
-¿Cómo ingresas al mundo baterístico?
-Cuando era chico, hice 2 años de piano clásico, y a los 15 empecé con la batería, luego de haber presenciado un recital de Rod Stewart, en el que el batero hizo un solo increíble, y me volvió loco. Al día siguiente empecé a estudiar con Rolando Oso Picardi (batero de Buenos Aires). A mí me gustaba el rock, hasta que él me hizo escuchar Miles Davis (trompetista), Chick Corea (pianista) y un disco de Michel Camilo, y ahí cambió todo en mi vida. ¡Me apasioné completamente!
-¿Qué sentís que te da el jazz que no te dan otros estilos musicales?
-El jazz me da mucha libertad.

El batero de los sueños


Oscar Giunta (29) es un joven baterista mendocino que triunfa en Buenos Aires. Integra la banda del conocido bajista Javier Malosetti con la que participa en el programa televisivo Música para soñar (el exitoso envío nocturno de Telefé).
En comunicación telefónica desde su departamento ubicado en Capital Federal, Giunta cuenta que desde muy chico supo que la batería iba a ser su profesión. “Cuando era muy chiquito me pasó una cosa mágica que me dijo que esto es lo que iba a hacer para toda la vida. Tengo recuerdos de niño de estar armando y desarmando batería o dibujando en un cartón los tambores”, rememora el baterista, mientras que casi como cortina musical se escuchan dos niños que hablan y una batería que suena despacito. “Perdoname –dice Giunta– estoy con toda la prole (en alusión a sus dos hijos), los puse a ver Scooby Doo, pero uno se me rebeló. Esa bata que escuchás es de Franco (3), que quiere ser baterista. Tengo dos inminentes músico en casa, un batero y Lautaro (7), un saxofonista”, cuenta orgulloso.
Giunta nació en Guaymallén y a los cinco años partió a Buenos Aires, ya que su papá era contrabajista y en 1980 pasó a integrar la Orquesta Sinfónica Nacional. “De Mendoza tengo los mejores recuerdos. Voy siempre porque toda mi familia vive allá. En 2004 estuve un mes de vacaciones en la casa en que nací”, recuerda el baterista.
–¿Es cierto que de niño, mientras tus papás dormían, te levantabas a admirar la batería y no podías contener las ganas de tocar?
–Mis dos viejos son músicos, y cuando yo nací, ellos ensayaban en el living de casa con un trompetista mendocino que se llamaba Horacio Rosas. Recuerdo haber estado de muy chico presenciando los ensayos, y también recuerdo esa sensación de fascinación que tenía por lo que tocaba el batero, y por la batería en sí. Me acuerdo que a la noche, cuando ya el ensayo había terminado, todos se habían ido, y mis viejos dormían, yo me metía en el living y miraba esa especie de nave espacial que era la batería.
–¿De chico, en Buenos Aires, te consideraban un niño prodigio?
–Sí, fue una cosa graciosa. Mi mamá vio un aviso de Canal 11 que necesitaban chicos para una orquesta infantil y agarró la batería, la desarmó y me llevó al canal. Me acuerdo que en el viaje me iba diciendo: “Mirá que te van a tomar una prueba y por ahí te dicen que volvás otro día”. Yo iba tranquilo y con curiosidad. Cuando llegamos al canal armamos la batería en un estudio y el director musical me pidió que lo acompañe, cuando terminamos me dijo: “Armá la batería en el otro estudio que en 15 minutos salimos al aire”. Ahí entré en pánico, pero mi vieja me apoyaba en todo y yo con 7 años me tranquilizaba.
–¿El fin de semana estuviste de gira con Malosetti?
–Sí estuvimos por toda la costa atlántica y ahora estamos preparando el segundo ciclo de Música para soñar, que empieza en marzo.
–De las canciones de Música para soñar, ¿cuál fue la que más te gustó?
–Hubo varias cosas lindas que hicimos. Un par de temas con Rubén Rada, Sandra Mihanovich y una versión de un tema de Fito Páez que hicimos con Abel Pintos. El flaco canta bárbaro y el arreglo era bonito.
–¿Van a venir a la provincia con el trío de Malosetti?
–A mediados de años vamos a estar por allá. Es un sueño que tengo, porque nunca he tocado allá con algo que me represente artísticamente. En el producto de Javier tengo un espacio bastante importante y el tipo me da espacio.
–¿El jazz es tu género predilecto?
–Lo que me gusta del jazz particularmente es el modo y el concepto de hacer música. No me atrapa tanto por una cuestión de recrearlo. Hay tipos que son más fundamentalistas y deciden recrear la música de tal etapa a tal etapa. Yo no.
–¿Qué tipo de música te gusta escuchar?
–Escucho de todo, porque estoy acostumbrado a que en mi casa se escuchaba de todo. Lo que me atrapa es esa cuestión de tomar la música y llevarla a otro plano.
–Volviendo a la batería, en Mendoza pasa algo particular, que no sé si pasa en otras provincias, y es que hay muchos chicos que estudian batería. ¿Crees que se está popularizando más este instrumento?
–Sin duda esto tiene un único gran gestor y un promotor importante que es la labor incansable y constante de Gustavo Meli. El con su escuela, con su alumnado y su carrera, es un estímulo fuerte. Aparte que el tipo haya elegido volver a Mendoza, pudiendo estar en otro lado, y generar un espacio y una escuela me parece terriblemente valioso. Estoy al tanto de que en Mendoza están pasando cosas superimportantes con la batería y su estudio.
–Durante mucho tiempo hubo un preconcepto de que la batería era un instrumento para acompañar. En este sentido, ¿cuál es la labor del baterista?
–Es muy importante que la batería se estudie como cualquier otro instrumento porque hay un preconcepto bastante arraigado de que todo el mundo entendía a la bata como instrumento de acompañamiento. Además, con ese rol que se asignaba se justificaba el hecho de que no se estudiaba. Un guitarrista o un contrabajista tiene que estudiar música y aprender a hilar música, pero un baterista tenía que escuchar música y seguir el ritmo. Me parece que la bata es un instrumento como cualquier otro y que se debe estudiar como cualquier otro. En la medida en que los músicos entienda que la batería se tiene que estudiar, va a tener un espacio dentro de la música como cualquier otro. Lo que pasa es que los músicos adolecemos de esto, esperamos que haya un espacio y es verdad que las cosas son duras, pero son duras para un montón de gente. A veces es uno el que tiene que generar las cosas y no esperar que pase algo para hacerlas.

Un genio con acento cordobés


El jueves, un poco más de 100 mendocinos tuvieron la suerte de comprobar por qué el percusionista cordobés Minino Garay triunfa en Francia con su particular estilo musical.
Garay, músico y compositor argentino radicado en Francia desde hace más de 15 años, inició el recital con una serie de rítmicas y variadas mixturas con las que presentó los temas de sus dos placas: "Minino Garay y Los Tambores del Sur" y "Kilombo".
El cordobés actuó junto a su septeto Los Tambores del Sur, a los que se suma el inspirado flautista francés Magic Malik, quien se convirtió en "la joyita" de la jornada por las deliciosas melodías que interpretó no sólo con su instrumento sino también con su voz.
Por otro lado, Garay mostró su creación denominada "speaking tango", una especie de rap con tonada cordobesa y acento francés. Además, realizó chacareras, malambos, gatos, diferentes grooves, música afro, cumbia, jazz y rock, junto a una gran selección de músicos: los percusionistas Eddy Tomassi y Pablo Méndez, el pianista Lalo Zanelli (músico de Gotan Project), el bajista Fabrizio Fenoglietto (también músico de los Gotan), el trompetista francés Nicolás Genest, el saxofonista Leandro Guffanti y el guitarrista uruguayo Pájaro Canzani (ex Los Jaivas).
Garay realizó un perfecto equilibrio entre sus raíces argentinas y su actualidad parisina. Y aprovechó la oportunidad para hacer alarde de su humor cordobés.
En cuanto a las letras de sus canciones todas poseían una cargada connotación social, rozando temas como la pobreza, la prostitución, el exilio y la dictadura militar. De esta manera, hizo que el público redescubriera la letra de "Cambalache" al interpretarla utilizando, por supuesto, su "speaking tango" y "bajando línea" en contra de los políticos corruptos y la Iglesia Católica.
El recital se caracterizó mucho por la improvisación proveniente del jazz. Además, la percusión y la batería están en primer plano en la banda. Aunque el nombre del grupo es Tambores del Sur, lo que más predomina es el cajón flamenco y el bombo legüero.
Para finalizar, Garay se dio el gusto de tocar uno de sus temas que ha sido utilizado muchas veces en la Fiesta de la Vendimia, la chacarera "La celosa de tu vieja" y cerró el recital con una excelente versión del tema "El cóndor pasa".