miércoles, marzo 12, 2008

La época del "no libreto" *


Uno no puede dejar de comparar. En mi caso, los espectáculos de años anteriores son referencias de cuánto se avanza o se atrasa, se innova o se preserva, al momento de plantear el capítulo más importante de la Fiesta de la Vendimia.

Desde ese balcón, y sin poder olvidar el show de 2007 (el mejor que he visto), el de esta edición fue el del “no libreto”. Demostró que el texto dramático se ha reducido a glosas para plantear uno o dos conceptos fuerza, a partir de lo cual un director y su staff desarrollan toda una puesta. En este sentido, Alejandro Conte cumplió con eso de “nacida del río y de la tierra”, traduciéndolo a lo visual, que en su caso fue lo netamente coreográfico.

Conte viene del teatro. Atento a ello logró una puesta equilibrada, prolija, donde la coreografía fue su apuesta fuerte. Pero, salvo contados momentos, tanto equilibrio tuvo pocas sorpresas. Puedo destacar el tango bailado en la fuente del Teatro Griego (recalco: no es un anfiteatro) y, a medias, la aparición de Mercedes Sosa, ya que le faltó el apoyo del video para que con primeros planos los miles de espectadores pudieran ver que se trataba de la única e irremplazable Negra.

Conte también demostró que la innovación se consigue mirando hacia atrás: reutilizando lo que precursores ya usaron con éxito. Me refiero a la música en vivo: el ensamble de 12 músicos capaces de interpretar más de 20 instrumentos le dio otro sabor a la puesta. Impecable desde las composiciones y la interpretación, ayudó a que la presencia viva de los bailarines se viera más viva, con más carnadura, que latiera. Eso sí: Rafael Rodríguez, con su lectura off en vivo de los textos causó más risa que respeto.

El vestuario fue otro punto alto. Supo combinar colorido con uniformidad y evitó caer en el ridículo en que fondearon atuendos de estudiantina creados para fiestas anteriores (salvo la del año pasado, por supuesto). La iluminación, como siempre, fue efectiva, salvo algunos baches de oscuridad que son achacables a la puesta y no a lo técnico.

En síntesis: Nacida del río y de la tierra, (al menos para mí) sólo será recordada por ese volver a la música en vivo, algo que deberán superar los próximos directores. Y también para hacer que los libretistas venideros piensen en qué modo sus versos tengan más peso para que lo visual no se coma la poética. Esa poesía que puede contribuir a que las más de 20 mil almas vibren frente a un show integral y no efectivo en partes sobre el escenario del Teatro Griego (insisto: no es un anfiteatro).

Por Fabián Sevilla, publicada en la edición del lunes 10 de marzo de Diario UNO.

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